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Historia de Abrucena

Los orígenes

El primer asentamiento en Abrucena se remonta al Neolítico. Se han encontrado restos de cerámica correspondiente a esta época en las inmediaciones de El Castillejo, por lo que se presume que ya entre los años 7000 a. C. y 700 a. C existían habitantes en la zona antes del impero romano del que también se hallaron vestigios en medio de la misma excavación.

Los romanos en Abrucena

La primera referencia escrita de la fundación de Abrucena corresponde a un asentamiento militar que pudo llamarse Apricius o quizás Lauricius; dicho lugar es descrito en la obra de Siculus Flaccus llamada “De Conditinibus Agrorum”, donde se describen las “viae militaris” del imperio romano.

En el Siglo I, San Segundo establece su diócesis en el vecino pueblo de Abla, con lo que comienza la evangelización de Hispania.

Los árabes en Abrucena

Durante la época de la invasión árabe en el 711 , la localidad de Abrucena registra un período de convivencia de la cultura islámica con los autóctonos cristianos. Esta situación se prolongó hasta el siglo X en que las revueltas y tensiones entre musulmanes y cristianos ocasionan la huida de los estos últimos. Situación que se agrava durante los reinos de Taifas y Nazarí, en los que Abrucena se encuentra en una línea fronteriza entre las coras de Bayyna (Almería) y Elvira (Granada), así como lugar de tránsito entre éstas.

En 1420 se regula el repartimiento de las aguas del río Abrucena para los cultivos de regadío situados en los municipios de Abla y Abrucena. 2/3 corresponderán a Abrucena, mientras que 1/3 será para Abla.

Desde 1238 hasta 1492 el lugar se conoció con el nombre de Laurisana.

La Reconquista

La reconquista de Abrucena, se efectuó a la par que se recuperaban zonas de alrededor de Guadix con La Calahorra. Al mismo tiempo, se reconquistaron las poblaciones de Abla, Fiñana y Gérgal.

Tras la reconquista, en un primer momento, la situación apenas varió, la mayoría de los moriscos siguieron en las mismas tierras, con sus leyes, costumbres, lenguas, organización política y religiosa. Simultáneamente los cristianos venidos de otras regiones van ocupando tierras, empezando por las más feraces, que adquirían o bien por compensación de guerra, o por adquisición u ocupación ilegal. Poco a poco introducirán un nuevo sistema de vida que degenerará en enfrentamientos durante cerca de 100 años.

En 1527, debido a continuas disputas por el uso del agua del río Abrucena entre Abla y Abrucena, la Corona confirma el repartimiento anterior.

A partir de 1570 se produce la expulsión y dispersión de los moriscos tras la revuelta de las Alpujarras. El pueblo se repuebla con cristianos provenientes de distintas regiones de España, para evitar futuras revueltas. El 70 por 100 de los pobladores procedía de Andalucía, seguida de un 23 por 100 de La Mancha y el resto de Extremadura y Castilla y León. Se repartieron las propiedades entre los nuevos habitantes.

Durante este periodo, los nombres que se le otorgaron según constan en varios documentos públicos de la época era; Lauricena, Laurcicena, Uricena, y Laurucena.

Edad moderna

En 1717, Abrucena se separa jurídicamente de Abla, a la que pertenecía jurídicamente. A partir de ese momento, se inicia su propia expansión a raíz de la inmensa comercialización forestal que se inicia en la zona. La madera obtenida de los bosques se destina a las atarazanas de Sevilla y Almería.

En los registros públicos de esta época, la población aparece con la denominación de Labrucena.

Durante el siglo XIX la población continúa con su evolución económica, sustentada sobre todo en la agricultura.

Actualidad

El siglo XX viene marcado por la crisis económica y social que desembocó en la guerra civil, la posterior hambruna y la emigración.

Ante la falta de oportunidades, en la década de los 60-70 se produjo una gran emigración a zonas más prósperas, bien a la capital o a la zona de Poniente - donde la agricultura intensiva comenzaba a despuntar -, Cataluña (zona de Tarrasa) u otros países europeos, principalmente Alemania, donde se necesitaba mano de obra para la industria.

En la actualidad la localidad ha sufrido un proceso de asentamiento e incremento de habitantes, que le lleva a tener en torno a 1.500, conocidos como abruceneros, abrucenses, tiznaos y abujaraques.

Su principal actividad económica sigue siendo la agricultura, y dado su ubicación privilegiada como puerta de entrada al parque natural de Sierra Nevada, el turismo rural y de senderismo ha supuesto un nueva nueva fuente de ingresos para la localidad.

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