A raíz del descubrimiento de varios yacimientos de plomo en la Sierra de Gádor en 1820, se concentró en Adra la industria para su manipulación y como puerto de embarque a diferentes lugares de Europa.
En 1822, la Casa Rein y Cía. construyó en Adra una fundición pionera en la que se introdujeron hornos ingleses alimentados con carbón y en 1827 se instaló la segunda máquina de vapor que hubo en España. En esta fábrica, primera fundición de plomo de la Península, se elaboraban perdigones, planchas y tubos.
Esta empresa quebró una década después, y fue comprada por el comerciante malagueño Manuel Agustín Heredia, que la adaptó para la fabricación de balas, albayalde y minio.
La fundición fue descendiendo su producción a partir del agotamiento de las minas, hasta que fueron completamente cerradas a principios del Siglo XX.
Originalmente la fundición ocupaba una extensión de 4 hectáreas, aunque la gran mayoría de edificios han desaparecido, todavía se conservan varios de ellos: