San Miguel Arcángel es uno de los siete espíritus que están ante el trono de Dios, y el líder de los ejércitos celestiales. Su nombre significa “¿Quién como Dios?”, frase que pronunció al enfrentarse a Lucifer durante la rebelión de los ángeles.
Su papel en las Escrituras es fundamental:
En el Libro de Daniel, aparece como protector del pueblo de Israel.
En la Epístola de Judas, disputa con Satanás por el cuerpo de Moisés.
En el Apocalipsis, lidera a los ángeles fieles en la batalla contra el dragón (Satanás), expulsándolo del cielo.
Desde los primeros siglos del cristianismo, San Miguel ha sido venerado como defensor de la Iglesia y protector de los fieles.
La imagen de San Miguel Arcángel es rica en simbolismo y muy reconocible:
Joven guerrero: de belleza viril, con armadura brillante y semblante sereno.
Espada o lanza: símbolo de la verdad divina y la lucha contra el mal.
Balanza: representa el juicio de las almas en el día final.
Dragón o demonio bajo sus pies: muestra su victoria sobre Satanás.
Alas abiertas: signo de su naturaleza celestial.
Escudo: símbolo de protección y defensa de la fe.
En el arte, se le representa como caballero medieval, general romano o joven alado, siempre en actitud de combate o justicia.