Se trata de los restos de la fundición San Andrés, fundada en el Siglo XIX. Mide 45 metros de altura, y es considerada como la imágen emblemática de la ciudad.
Su nombre viene dado porque en dicha fundición se elaboraban perdigones, obtenidos por el enfriamiento del plomo derretido que se dejaba caer desde la parte más alta de la torre.
En 2017 se rehabilitó para su explotación como atractivo turístico