San Agapito fue un joven cristiano que vivió en el siglo III, durante el reinado del emperador Aureliano. Según la tradición, era de noble familia romana y abrazó la fe cristiana desde temprana edad. Su firmeza en la fe lo llevó a ser arrestado por negarse a renunciar a Cristo.
Fue sometido a crueles torturas: azotado, encarcelado y finalmente arrojado a las fieras en el anfiteatro de Palestrina. Al no ser atacado por los animales, fue decapitado, sellando su martirio con sangre. Tenía apenas 15 años.
Su valentía y testimonio de fe lo convirtieron en símbolo de pureza y entrega total a Dios. Su cuerpo fue enterrado en Palestrina, donde se construyó una iglesia en su honor.
San Agapito suele representarse con: