Los Arcos de La Rambla del Pozo, como se conoce en el lugar al Acueducto Romano de Albánchez, es una construcción hidráulica excepcional, cuyo origen puede ser romano aunque sin confirmar. El primer dato escrito de los arcos data del Siglo XVII y hace alusión a su uso para el regadío, fin para el que ha sido utilizado hasta principios del Siglo XX.
La construcción del Acueducto Romano de Albánchez ha sido conservada prácticamente en su totalidad y presenta 44,8 metros de anchura desiguales cuyas luces oscilan entre los 7 del arco mayor y los 4,2 metros del menor.
Se compone de cinco arcos emplazados a más de veinte metros del cauce de la rambla, hecho que ha favorecido su conservación, ya que ha impedido que las crecidas de los ríos tan normales en estos parajes lo dañaran. Frente a la solidez de sus pilares, los enclaves de la obra en la ladera del barranco han cedido y obligado a la realización de diferentes restauraciones que afectan a los arcos laterales, sobre todo al oeste, y al central de 7 metros de luz derrumbado en tiempos pasados y recientemente restaurado.