Antiguamente en la noche del 23 de junio se instalaba una orquesta, quizá organizada por el maestro Bernardo, tocando hasta el amanecer.
Al amanecer, y antes de que saliera el sol, había que ir a la fuente de los caños para lavarse la cara, aunque siempre había algún atrevido que se “tiraba” a la balsa de la fuente.