Situados tras el alminar, se abastecían de las aguas procedentes de la cercana fuente. Seguramente fueron ya utilizados durante la época romana, aunque su primera referencia escrita se remonta al siglo XII.
De construcción bastante austera, se componían de una pequeña balsa y un vestíbulo. La salida del agua era reaprovechada para su uso en el lavadero.
En su última época, los baños eran de pago y eran gestionados por el ayuntamiento, debiendo abonar 1 peseta para su uso. Actualmente permanecen cerrados.