Francisco Benavente Molina, hijo de Juan Benavente y María Molina Antolínez, ingresó muy joven como fraile en el convento capuchino de la Divina Pastora de Motril, adoptando el nombre de fray Pedro de Berja. Recorrió diversas casas de la orden hasta llegar al convento de Cádiz.
Siguiendo la estela de su hermano mayor, también capuchino, se alistó en la misión organizada por la cédula de 1657 para evangelizar a los guamonteyes en Venezuela. El grupo, encabezado por Rodrigo de Granada, embarcó el 4 de junio de 1658 en Cádiz y llegó el 17 de julio a Cumaná. Allí fray Pedro quedó como jefe de misión junto a Lorenzo de Magallón.
Auxilió a las reducciones indígenas en los Llanos de Venezuela, fundando pueblos como Nuestra Señora de la Concepción de Araure y San Antonio de Auro. En 1661 inició su misión en San Antonio de Tucuragua y San Francisco del Pao, en el actual estado de Cojedes.
El 24 de noviembre de 1664 propuso la creación de un pueblo de españoles en el río Pao para proteger las misiones. Tras obtener autorización del gobernador Fernando de Villegas, solicitó en noviembre de 1669 al cabildo de Caracas la fundación de la villa de San Carlos de Austria. La autorización se concedió el 2 de diciembre de 1669, y el 9 de febrero de 1672 comenzaron los repartos de sementeras.
El 28 de septiembre de 1676, por real cédula de Carlos II, San Carlos obtuvo rango de villa. Se otorgó a fray Pedro el derecho excepcional de escoger autoridades civiles y la “paternidad reverenda”. En 1678 solicitó ampliar la jurisdicción, incorporando Nirgua y cien leguas más.
Ese mismo 1676 fue designado prefecto general de todas las misiones capuchinas de Venezuela. Entre 1681 y 1685 obtuvo nuevas prerrogativas para San Carlos. En 1690 dejó su curato para dedicarse de lleno a la misión, enfrentándose a la oposición de otras órdenes religiosas.
Su trayectoria refleja:
Fray Pedro de Berja fue una figura clave en la evangelización y organización de las misiones capuchinas en Venezuela durante el siglo XVII. Su labor fundacional en San Carlos de Austria y su papel como prefecto general consolidaron la presencia capuchina en los Llanos venezolanos, dejando una huella duradera en la historia religiosa y social de la región.