Cuenta la leyenda que se trataría de un noble francés nacido en Montpellier entre los Siglos XIII y XIV.
A los 20 años quedó huérfano, y decidió vender todas sus posesiones y realizar una peregrinación a Roma. En esa época una epidemia de peste asoló Europa, y Roque se dedicó a asistir a los enfermos.
Como consecuencia, él mismo contrajo la enfermedad, y para evitar contagiar a otros, se retiró a un bosque. Cuando estaba próximo a la muerte, un perro apareció con un pan en la boca, y la escena se repitió durante varios días. El amo del perro lo siguió y encontró a Roque. Se apiadó de él y le ayudó a recuperarse.
Una vez recuperado de su enfermedad, siguió cuidando de los enfermos y a los animales.
Falleció en una prisión de Montpelier, al parecer confundido por un espía y encarcelado por su propio tío.
Santo protector ante enfermedades y epidemias, se representa con un bastón de peregrino, mostrando las llagas provocadas por la peste, y a sus pies un perro con un pan.