Nacida en la localidad italiana de Viterbo en 1233, con 10 años tuvo una visión de la virgen, la cual le encomendó tomar los hábitos franciscanos y predicar la penitencia y la conversión de los herejes.
Comenzó a predicar en su ciudad natal. Durante un viaje a la localidad de Vitorchiano para convertir a unos vecinos acusado de brujería, se mantuvo de pie sobre una pira en llamas durante 3 horas, tras las cuales no sufrió ningún daño.
En las representaciones de esta santa aparece con un crucifijo sobre las llamas.
Murió muy joven, a la edad de 18 años. El papa Alejandro IV, tras una serie de visiones, mandó desenterrar el cadáver de la santa, el cual apareció incorrupto. Se procedió entonces a su canonización.
100 años después, la capilla donde se almacenaban sus reliquias se quemó. El cuerpo únicamente cambió de color, no fue afectado.