Se trata de un signo de identificación de los nuevos pobladores cristianos que repoblaron la villa en el Siglo XVII tras la rebelión y expulsión de los moriscos.
Anunciaba al caminante el carácter y creencias del pueblo. Mide dos metros de altura, es de mármol blanco de Macael y fue cedida en el año 1693 por Martín Sáez, Baltasar Cortés, Antonio Rodríguez Bervel y Felipe García, tal y como reza en la base de la cruz. Posteriormente se añadieron dos cruces de madera, una a cada lado.
Es parada de procesiones en Semana Santa.