En su gran mayoría construidas durante la época musulmana, las diversas fuentes distribuidas por los alrededores de la población eran el principal medio para el abastecimiento de agua para el consumo humano y animal.
El excedente de agua era canalizado a través de acequias y almacenado en balsas para el riego de los cultivos de la vega albojense.
Tras la reconquista cristiana, el nombre de algunas de esas fuentes fueron renombradas con nombres de santos, construyendo una pequeña hornacina o ermita con una pequeña figura del santo al que está consagrada.