Santa Inés fue una joven romana que vivió en el siglo III, durante la persecución de los cristianos bajo el emperador Diocleciano. De noble familia, se convirtió al cristianismo desde temprana edad y decidió consagrar su virginidad a Cristo.
Rechazó numerosos pretendientes, incluyendo al hijo de un alto funcionario romano. Por su negativa y su fe, fue denunciada como cristiana. Se le ofreció renunciar a su fe para salvar su vida, pero se mantuvo firme. Fue condenada a ser expuesta en un burdel, pero según la tradición, su pureza fue protegida milagrosamente. Finalmente, fue ejecutada por decapitación alrededor del año 304, con tan solo 12 o 13 años.
Su valentía y fidelidad la convirtieron en símbolo de pureza y fortaleza espiritual.
Santa Inés suele representarse con: